Una familia del barrio La Esperanza, en Mosquera (Cundinamarca), denunció amenazas e intimidaciones por parte de trabajadores de una salsamentaria. El hecho ocurrió el pasado sábado 12 de abril. El conflicto comenzó cuando el padre de familia pidió bajar el volumen del negocio Distripaisa.
La razón fue clara. Su hijo, un menor con autismo, sufre hipersensibilidad auditiva. Según la denuncia, el encargado del local respondió de forma agresiva. Le dijo que no le importaba la condición del niño. La situación empeoró al día siguiente. El ruido continuó. La madre decidió reportarlo a Monitoreo de Seguridad y Convivencia.
Horas después, sujetos del establecimiento siguieron al padre hasta su vivienda. Lo confrontaron. Lo empujaron. Le lanzaron amenazas graves. Una de las frases más alarmantes fue: “Ojalá se le muera ese hp perro chino”. La familia sintió temor por su integridad.
Actualmente preparan una denuncia formal ante la Fiscalía. La madre decidió hacer pública la situación para prevenir represalias. Este caso pone en evidencia un problema creciente de intolerancia en la comunidad.
Vecinos de la zona han mostrado su apoyo a la familia. Exigen respeto por los derechos de personas con discapacidad. También piden intervención de las autoridades locales.
Este tipo de episodios no solo reflejan falta de empatía. También muestran la urgencia de fortalecer la convivencia ciudadana. La ley antirruido protege el bienestar colectivo. Respetarla es una obligación, no una opción.
Desde este medio, rechazamos cualquier forma de violencia, discriminación o agresión. Hacemos un llamado a la tolerancia y al diálogo como vías para resolver conflictos.
