En el corazón del municipio de Guaduas, los habitantes cuidan con orgullo un árbol que guarda una conexión directa con la historia de Colombia: el «árbol de la Pola». Según relatos transmitidos por generaciones, Policarpa Salavarrieta, heroína de la independencia, solía refugiarse bajo su sombra cuando era niña.

El árbol, un samán que supera los 200 años de edad, crece en las cercanías del parque principal, no lejos de la casa natal de la Pola, que hoy funciona como museo histórico. Aunque algunos historiadores han debatido la veracidad del vínculo, los guaduenses defienden con pasión la leyenda local.
Vecinos del sector y docentes del municipio organizan visitas escolares al lugar, donde narran la vida de Policarpa y su papel en la lucha contra el régimen español. Durante las actividades, los niños leen fragmentos de cartas y documentos que ella escribió antes de su fusilamiento.
El samán también sirve como punto de encuentro en fechas conmemorativas. Cada 14 de noviembre, estudiantes y colectivos culturales colocan flores a su alrededor y representan escenas teatrales que exaltan la valentía de la joven insurgente.
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La administración municipal incluyó este árbol en su inventario de patrimonio natural e histórico, y mantiene un plan de conservación que involucra podas controladas y monitoreo ambiental. Ingenieros forestales de la región participan en el cuidado del samán, ya que su longevidad lo convierte en un símbolo ecológico y cultural.
Guaduas demuestra con este gesto cómo la memoria histórica puede crecer, literalmente, desde la raíz. El árbol de la Pola no solo representa la niñez de una heroína, sino también el compromiso de un pueblo con su identidad y su historia viva.
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