A simple vista, Mosquera y Funza parecen un solo municipio. Una sola calle separa ambas poblaciones, y bastan unos pocos pasos para pasar de una a otra sin notarlo. Sin embargo, esta frontera casi imperceptible tiene una historia que se remonta a más de 160 años y está marcada por una decisión administrativa que cambió para siempre el mapa de la Sabana de Occidente en Cundinamarca.

Hasta el 27 de septiembre de 1861, lo que hoy conocemos como Mosquera pertenecía al municipio de Funza. Ese día, el Gobernador del Estado Soberano de Cundinamarca, Justo Briceño, firmó un decreto que dio origen al Distrito de Mosquera, separando oficialmente la zona conocida como Cuatro Esquinas y otorgándole autonomía administrativa. El documento también fue rubricado por José María Vergara y Vergara, entonces secretario de Gobierno.
Según el decreto, los límites del nuevo distrito se fijaron de la siguiente manera: al oriente y occidente hasta las haciendas de Quito y San José; al sur, hasta el puente de Balsillas; y al norte, hasta la mitad del camino entre Funza y Mosquera.
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La división respondió al crecimiento poblacional y a la importancia estratégica de Cuatro Esquinas como punto de comercio y conexión regional. Desde entonces, la separación entre ambos municipios no obedece a un accidente geográfico como un río o una montaña, sino a una decisión legal que definió dos territorios independientes pero unidos por la historia.
Hoy, esa franja divisoria, representada por una pequeña vía compartida, sigue recordando cómo una resolución del siglo XIX trazó un límite político en un territorio donde los vecinos de Funza y Mosquera comparten costumbres, comercio y una identidad común.
