
El municipio de Nemocón, conocido por su famosa mina de sal, guarda un secreto aún más profundo: las enigmáticas cuevas del Macaregua, un sistema de cavernas naturales formadas hace millones de años por la acción del agua sobre la roca caliza. Este lugar, poco conocido incluso por los mismos cundinamarqueses, es un destino ideal para los amantes de la aventura y la espeleología.
Al ingresar, los visitantes encuentran un escenario fascinante: estalactitas y estalagmitas que cuelgan y se alzan como esculturas naturales, formadas gota a gota a lo largo de los siglos. El recorrido, guiado por expertos, permite explorar varias cámaras subterráneas y comprender cómo la geología, el tiempo y la humedad moldearon este paisaje interior.
Las cuevas también son hogar de murciélagos y ecosistemas únicos que se mantienen en equilibrio gracias a las condiciones del subsuelo. Por eso, las visitas se realizan con grupos pequeños y bajo estrictos protocolos de conservación ambiental.
Más allá de su belleza natural, el Macaregua es un espacio educativo y científico donde estudiantes e investigadores descubren la historia geológica del altiplano cundiboyacense. Además, su cercanía con la mina de sal de Nemocón permite complementar la visita con un recorrido cultural que une la tierra, la historia y el misterio.
Explorar las cuevas del Macaregua es una experiencia fuera de lo común, un viaje al corazón de la tierra que revela otra cara de Cundinamarca: la de los lugares ocultos, silenciosos y llenos de vida que esperan ser descubiertos.




























