Bogotá vivió uno de los episodios más caóticos y desbordantes del año, cuando las intensas lluvias que azotaron la ciudad.
Con niveles de agua que alcanzaron los 70 centímetros, especialmente en el norte de la ciudad, la movilidad se vio seriamente afectada, y miles de bogotanos quedaron atrapados en medio de una emergencia sin precedentes.
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Uno de los sectores más golpeados por las precipitaciones fue la Autopista Norte, una de las principales arterias viales que conecta Bogotá con municipios cercanos de la Sabana, como Chía, Cajicá y Zipaquirá.
Esta vía, que diariamente es transitada por miles de vehículos, se inundó rápidamente, dejando a decenas de automóviles varados bajo el agua. Entre los vehículos atrapados había varias rutas escolares, lo que generó una situación de pánico y desesperación, ya que algunos niños no podían ser evacuados rápidamente.
El impacto de las lluvias no solo fue evidente en la autopista, sino también en otras zonas de la ciudad, como el norte y el occidente, donde las calles principales quedaron prácticamente intransitables.
Los servicios de transporte público también se vieron gravemente interrumpidos. Muchas estaciones de TransMilenio, el sistema de transporte masivo de Bogotá, quedaron inundadas, lo que dejó a miles de usuarios varados en las horas pico.
Las rutas de buses, tanto locales como intermunicipales, tuvieron que suspenderse en varios puntos de la ciudad debido a los riesgos y la imposibilidad de transitar por las vías afectadas. Esto provocó un enorme congestionamiento en otras rutas, lo que incrementó el tiempo de desplazamiento y generó una gran aglomeración de personas en diferentes puntos de la ciudad.
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