
La Ruta del Agua se consolidó como una experiencia que trasciende el aprendizaje técnico para convertirse en un recorrido de conciencia y conexión con la naturaleza. Durante la jornada, los participantes exploraron de cerca cómo fluye y se transforma este recurso vital, desde los tanques de almacenamiento hasta los sistemas de captación de aguas subterráneas y de lluvia. Cada estación del recorrido reveló procesos esenciales que, aunque muchas veces pasan desapercibidos, sostienen la vida cotidiana en nuestro municipio.
El itinerario también condujo al vivero, espacio donde la CAR entregó los diplomas del curso de Aviturismo. Este momento simbolizó la unión entre conocimiento y acción, reafirmando que la formación ambiental abre nuevas oportunidades para un turismo consciente y sostenible. Los graduados no solo recibieron un reconocimiento académico, sino también la invitación a convertirse en guardianes de la biodiversidad y promotores de prácticas responsables en sus comunidades.
La naturaleza, siempre sabia, regaló un instante especial: la presencia de un búho que sorprendió a los asistentes. Este encuentro espontáneo recordó la riqueza de nuestra fauna y el compromiso de proteger los ecosistemas que permiten su permanencia.
La actividad se desarrolló en las instalaciones de Aguas de La Prosperidad, escenario que refuerza la misión de promover una cultura de respeto y responsabilidad frente al agua. Allí, los participantes comprendieron que cada gota cuenta y que el manejo adecuado del recurso hídrico garantiza bienestar y futuro para las próximas generaciones.
Con esta iniciativa, la Ruta del Agua no solo educó, sino que también sembró conciencia, despertó admiración por el entorno y motivó a todos los asistentes a convertirse en agentes activos en la defensa de la vida y del patrimonio natural que compartimos.