Septiembre se convirtió en el mes más crítico en Cundinamarca, registrando 143 incendios y afectando a 2,434 hectáreas.
Durante los meses de sequía en Cundinamarca, la región enfrentó una crisis significativa con la ocurrencia de 699 incendios forestales, los cuales devastaron más de 6,453 hectáreas en un total de 99 municipios.
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Este fenómeno no solo puso en peligro la flora y fauna locales, sino que también afectó gravemente a las comunidades que dependen de estos ecosistemas para su sustento.
Uno de los incidentes más alarmantes fue la conflagración en Barroblanco, Bojacá, que se destacó por su magnitud. Este incendio arrasó 1,200 hectáreas de terreno, resultando en una pérdida considerable de biodiversidad en la región.
Este hecho llevó a la desaparición de varias especies de flora y fauna, alterando el equilibrio ecológico y poniendo en riesgo la vida silvestre que habita en esta zona.
Además, la seguridad de las comunidades locales se vio comprometida, generando preocupación entre los residentes sobre su bienestar y futuro.
A pesar de la gravedad de la situación, el trabajo conjunto de diversas entidades fue fundamental para enfrentar esta crisis. Bomberos, Defensa Civil, Cruz Roja, brigadas forestales y las administraciones municipales se unieron en un esfuerzo coordinado para controlar las llamas.
La colaboración de la comunidad también fue esencial; muchos ciudadanos se sumaron a las labores de extinción, mostrando un notable espíritu de solidaridad.
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