Una situación indignante se presentó en Funza, Cundinamarca, durante una clase de danza aérea con telas. Las alumnas, niñas y adolescentes entre los 12 y 16 años, realizaban su práctica en la concha acústica del municipio cuando un hombre, aparentemente en estado de embriaguez, comenzó a lanzar comentarios obscenos.
El sujeto se ubicó cerca de la plazoleta y empezó a hablar en voz alta con insinuaciones sexuales. Cuando algunas madres lo confrontaron, se justificó diciendo que era “público” y podía expresarse como quisiera. Su actitud generó rechazo inmediato. Varios ciudadanos se acercaron a grabarlo y pedir su retiro del lugar.
Las clases hacen parte de un proceso cultural impulsado por el municipio. Debido a que el ejercicio requiere altura y espacio, se realiza en zonas abiertas. Sin embargo, la falta de control sobre el entorno expone a las participantes a conductas inadecuadas.
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Esta no es la primera vez que ocurre. Según denunciaron las madres, otros hombres han rondado el lugar con actitudes similares. Por eso, las niñas decidieron hacer pública su denuncia en redes sociales. Piden respeto, seguridad y acompañamiento.
El caso provocó reacciones en la comunidad. Padres, docentes y ciudadanos exigieron medidas de protección. Solicitan vigilancia constante durante las sesiones y delimitación del espacio de práctica.
La Alcaldía aún no se pronuncia. Mientras tanto, los entrenadores analizan reubicar los entrenamientos en recintos cerrados. Las estudiantes, por su parte, esperan garantías para continuar con su proceso artístico sin miedo ni interrupciones.
El respeto a la infancia no debe tener excepciones. Las niñas necesitan espacios seguros. Este hecho debe marcar un antes y un después. Funza no puede permitir más episodios de acoso. La cultura y el deporte merecen protección.
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